martes, 6 de septiembre de 2016

UN PINTOR EN CASA : LAS HUELLAS DE SILVANO LORA EN NUESTRA FAMILIA


Silvano, fue un pintor muralista y artista plástico gloria dominicana Su obra, influenciada por el movimiento neorrealista es un reflejo de su preocupación social por la condición humana de los marginados de América.

Un día cuya fecha no tengo muy clara mi padre trajo a casa un nuevo amigo, era un pintor con muchísimas cosas en común con él, Silvano era un espigado hombre de unos 40 años aproximadamente, con una delgadez extrema, y sin estilo en su cabello casi sin color, con un aspecto bohemio, calzaba alpargatas y una túnica de lino blanca como esas que usan los hindú, y una alforja o chácara, típica de los campesinos panameños, pero muy de moda entre los jóvenes, me llamo mucho la atención su aspecto era bien cool aunque algo excéntrico.
Pero en fin que el tenía muchas cosas en común con mi padre, ambos habían crecido con los inmigrantes de la guerra civil española, y desde esa escuela aprendieron a luchar por la libertad de los pueblos, hoy lejos de la patria siempre buscaban el contacto, con el exilio dominicano. Por esos días Silvano presentaba una exposición, en la galería de arte Panarte en avenida Perú, titulada “Panamá Canal Zone, era su aporte a la lucha del pueblo panameño en contra del enclave colonial que estaba en el corazón del Istmo generando una quinta frontera de la que siempre hacía alusión el general Omar Torrijos. Silvano era parte de los trabajadores de la cultura, un movimiento que tenía como norte llevar su arte al pueblo por medio de la pintura callejera de murales donde se conjugaban varios elementos, como música, poesía y pintura. A ese movimiento nos sumamos, junto a Ignacio Cáncer Ortega y su hermano Virgilio, (ambos fallecidos ya), Elpidio Mora, Miriam la pareja de Ignacio entre otros muchos jóvenes artista plásticos, que es ingrato no recordar todos sus nombres.
 Al igual que mi padre Silvano salió de Santo Domingo tras los acontecimientos de 1965 y luego aparecieron en una lista de personas que se les impedía entrar al país, Silvano siempre decía que le gustaba estar aquí, porque Panamá era un país en condiciones muy parecidas al nuestro ya que el pueblo panameño también había sufrido la deformación de su cultura y en nuestra casa encontró el calor de familia que necesitaba y que le permitió dejar su ejemplo y sus vivencias como un padre o mas bien un tío, al igual que yo mi hermano Ángel se nutrió mucho del legado de Silvano Lora, la casa se fue llenando pronto con los afiches, temperas y colage en cartón del artista, a mí me enseño los primeros trazos de pintura, por su parte mi hermano Ángel aprendió a utilizar elementos que se desechan como latas, cajas cubos, en fin pedazos de aparatos eléctricos, cualquier cosa era la base para crear un juguete, hoy estoy aquí junto a mi hermano en su lecho de enfermo terminal, y lo recordamos como la persona que enriqueció nuestras vidas y reíamos de buenas ganas recordando muchas cosas, también recordamos otros artistas como Tolentino y el desaparecido Frank Almanza, de quien aún hoy a más de 40 años conservo una obra que dedico a mi padre y se ha mantenido en la sala de cada una de las casas en las que he habitado. Sin embargo de Silvano no solo conservo una vieja fotografía amarilla sino todo su legado en mi memoria, y gratos recuerdos que es lo más importante. (todo lo material se perdió entre una y otra mudanza de un país a otro)
Silvano Lora no era un exiliado más, era una de las figuras más emblemáticas de la plática dominicana y en Santo Domingo se había iniciado un movimiento de artistas que exigían la inmediata repatriación de “El Quijote Dominicano”, este movimiento había cobrado proporciones insospechadas, pero en 1974, el movimiento de Radhames Méndez y sus compañeros al secuestrar a la diplomática estadounidense, Bárbara Hutchinson, en el pliego de peticiones se hablaba de la liberación de los presos políticos y el retorno de los exiliados, sin embargo con el abortado plan y el envió de estos al exilio se legalizan las deportaciones y el más perjudicado fue Lora y hubo que pasar varios años más ante de que todos pudiéramos retornar en 1979 con la nueva ley de amnistía que promulgo el presidente Guzmán.
En enero de 1983 durante el festival de la cultura por primera vez vi actuar en casa a Silvano Lora, quien junto a la balerina Ingar Despradel, ejecutaron una fusión de música, danza y pintura, resultando en el mural símbolo del festival, ese día me sentí, muy orgullosa y emocionada, era mi maestro, y haber formado parte de la vida de Silvano Lora,  donde el consuelo mutuo era la compañía que nos dispensábamos cada día y fue muy gratificante estar en casa de vuelta, esa noche cuando su presentación termino, nos fusionamos en un abrazo que fue como una conjugación de aquella larga noche de nuestro destierro, era como si quisiera decirme que todo había pasado, que ya todo estaba bien.

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